En este primer post del mes de Octubre, ya metidos de lleno en el otoño, me gustaría hablaros de un árbol que vive en el lejano Oriente: EL BAMBÚ.
Tranquilos, no tengo intención de daros una clase de botánica, de hacerlo sería todo un desastre, sólo os digo que en la terraza de mi casa todas las plantas que hay son artificiales.
Lo que pretendo es contaros algunas curiosidades de este árbol y relacionar las mismas con aspectos que nos pueden ayudar en nuestro día a día.
El Bambú: el árbol cuyo crecimiento es el más rápido de todas las especies.
Dicen que si te quedas quieto mirándolo, puedes verlo crecer, y no es de extrañar, pues crece hasta 32 metros por mes. Eso significa que crece un metro diario, unos cinco centímetros por hora. Es algo realmente sorprendente, ¿verdad?
El Bambú es el árbol de mayor crecimiento de todo el planeta, quizás la criatura viva que más rápidamente crece, tanto es así que en Japón se usa aún hoy en día como materia prima y se le da una importancia aún mayor que al cemento o al acero.
Sin embargo cualquiera de nosotros podría coger hoy una semilla de bambú y plantarla en el jardín de nuestra casa, regarla durante meses y meses, y no conseguir que brote ni el más pequeño tallo.
Podríamos pensar que esto es así porque la tierra dónde hemos plantado esa semilla de bambú es demasiado pobre, pero si observamos atentamente veremos como en esa misma tierra han crecido otro tipo de árboles; o quizás pensemos que el clima de nuestro país no es el más favorable para el crecimiento de este tipo de árbol, sin embargo en Japón y China se mezclan temperaturas extremas en todos los sentidos y esta planta aguanta el sol más caliente y el frío más extremo, de hecho, es famoso por su habilidad para sobrevivir en cualquier circunstancia.
Pues mirar, lo que ocurre es que esta planta es muy sabia, ya que durante sus siete primeros años (sí, habéis leído bien) crece únicamente hacia abajo, haciendo expandir sus raíces hasta lo más profundo. ¿Por qué? Porque es sabia y se está preparando. Se está preparando para después ser capaz de alcanzar el mayor de los éxitos y ser la planta con el crecimiento más rápido que existe en todo el reino vegetal.
Salir al mundo fuerte e inquebrantable no es fácil, hay que prepararse mucho para ello, y el bambú lo consigue gracias a siete años de profundizar sus raíces.
Tras estos siete años de crecimiento interno, el bambú se hace tan fuerte que en apenas seis semanas es capaz de crecer ¡32 metros!, ¿significa eso que tarda sólo seis semanas en crecer? Alex Rovira nos da una gran respuesta al respecto: “¡NO! La verdad es que se toma siete años para crecer y seis semanas para desarrollarse”.
Y aunque lo cortemos seis veces seguirá creciendo hasta los 32 metros en un solo mes. Por eso es tan apreciado: porque sabe prepararse para triunfar, y si la desgracia cae sobre él, sabe renacer de sus cenizas y llegar otra vez a lo más alto empezando casi desde cero.
¿Por qué es capaz de hacer eso? Porque sus siete años de raíces le dan la fuerza para ello, su vida reside en su raíz, y aunque cortes el tallo, éste seguirá creciendo.
Además, el bambú se mantiene en pie y creciendo gracias a su flexibilidad, cualquier otra planta o árbol de tronco grueso y macizo no resiste un fuerte viento, porque es rígido… en cambio el bambú sabe cómo adecuarse a su contexto, porque es flexible, adaptable y cambia cuando es necesario hacerlo.
No os sorprenderá si os digo que el bambú y sus espectaculares características son una bonita metáfora para aplicar a nuestros desafíos diarios y que nos puede ayudar a llegar a entender cómo podríamos ser las personas.
Sin embargo, lo que nos ocurre muchas veces, como muy bien nos explica Pilar Jericó, es que “cuando nos proponemos objetivos a alcanzar, retos o desafíos, tendemos a buscar resultados inmediatos (claramente vivimos en el siglo de la inmediatez, queremos todo para ya mismo) y nos marcamos hitos graduales del tipo “El mes que viene conseguiré 25 clientes nuevos”. Pero no siempre lo alcanzamos por mucho empeño que pongamos. Y el problema reside en la definición del reto. Muchos aprendizajes tienen un crecimiento más exponencial que gradual. Es decir, durante días, semanas o meses no ocurre nada y, de repente, algo pasa y todo cambia, como sucede con empresas y proyectos innovadores, como, por ejemplo, la decodificación del genoma humano”.
Continua diciéndonos Pilar Jericó que “Las curvas de aprendizaje no son necesariamente graduales. Hace falta paciencia, esfuerzo y mucho tiempo para comenzar a ver resultados, como aprender un idioma extranjero, conseguir unos objetivos de ventas o ganar nuevas habilidades. Porque la primera fase del aprendizaje pasa por cultivar las raíces sin ver resultados.”
En definitiva, si al igual que hace el bambú, somos capaces de tener paciencia en el cultivo de nuestro interior, si sabemos echar raíces fuertes en cuánto a nuestra identidad y si somos flexibles una vez que salimos al mundo y nos tenemos que enfrentar a diferentes situaciones a lo largo de nuestra vida, entonces seremos exitosos y podremos enfrentar la vida con sabiduría y crecer a pasos agigantados como personas.
Así que……¡SEAMOS COMO EL BAMBÚ!
Os dejo con un vídeo que espero os ayude a reflexionar.
Alberto de Haro. Executive & Life Coach
Acompaño a empresarios, autónomos, directivos, mandos intermedios y cualquier persona que lo desee, en su camino a alcanzar sus objetivos, metas y sueños personales y profesionales, ayudándoles a mostrar su mejor versión y a descubrir las respuestas que se hallan dentro de ellos mismos.